De cuerdo con la Regla de Osha-Ifá, los Ibeys son dos orishas menores. Según una tradición son los hijos gemelos de Oshún y Changó, mientras que para otros son hijos de Oyá y criados por Yemayá. En cualquiera de los dos casos, se dice que son un hombre y una mujer, cuyos nombres son Kainde y Taewo. No obstante, hay otras versiones que hablan de combinaciones varón-varón y hembra-hembra, en dependencia de la casa de santo.

Taewo es el nombre del gemelo mayor y está formado por la contracción de la frase to-aiyo-wo, que quiere decir, «el primero que saborea el mundo». El segundo es Kehinde, cuyo nombre viene de la frase ko-ehin-de, que quiere decir: «el que viene detrás de otra persona».

Tanto el ibeyi varón como el hembra reciben nombres diferentes. Entre estos  se encuentran Kaindé y Taewó (combinación hembra-varón), Aína y Araba, Aíba y Ayaba (combinación femenina), Eddún y Alawa Kuario, Alabba, Adén, Igué e Ibbó, Ono Nibeyi, Oráun e Ibode, Itaguo, Olón e Idoú, entre otros.

Según otras versiones estas deidades son varones (los dos). Así aparece en el patakí de los signos otura el diablo y otura di, y en diloggún en meridiloggun tonti oddí (16-7). En dicha historia, los Ibeyis vencen al diablo.

Se dice que los Ibeys salvaron a la humanidad del diablo. Estos hermanos molestaron con sus tambores mágicos (regalo de su madre adoptiva Yemayá) al diablo de tal manera, que este prometió irse y eliminar las trampas que había colocado para dar caza a los seres humanos. Con sus instrumentos musicales también vencieron a Olosi y ayudaron a Obbatalá en Dahomey. Más adelante se ofrecen varios patakíes que narran este suceso.

Se les considera los patronos de los hermanos gemelos, aunque protegen a niños y niñas por igual. Asimismo, se les llama cuando alguno de ellos está enfermo. Cuando uno de los gemelos muere, se hace un muñeco de madera que lo representa y es deber del otro hermano compartir todo lo que tiene. De esta forma, evita que los Ibeyis se lo lleven también.

Los Ibeyis personifican la suerte, la prosperidad y la fortuna. Salvan de la muerte y de todo lo maligno. Se les encuentra también en los caminos donde protegen a los caminantes. Una de las formas simbólicas más usuales de los Ibeyis son dos tambores pequeños, los mismos con que los hermanos vencieron a Abita (el Diablo). Los Ibeyis son traviesos, golosos y juguetones. Viven en lo alto de la palma. Son los consentidos del resto de los orishas.

Los Ibeyis son los orishas niños dentro de la cultura del pueblo yoruba. Encarnan a espíritus infantiles y se encuentran ligados a la creación de la vida, al nacimiento de un ser o la germinación y desarrollo de las plantas. Ibeyis es el único orisha que se manifiesta de manera doble en la naturaleza. Representa la dualidad y por este motivo se agasaja a dos deidades.

Reciben también el nombre de Adonjunkales, que quiere decir «con ojos brillantes en la casa». Se les debe dar todo lo que pidan, para que llegue la buena fortuna y la prosperidad al hogar. Se les puede encontrar en los caminos de los montes, por lo que se dice que protegen a los caminantes.

Los tamborcitos son los símbolos más fehacientes de los Ibeyis. Se pueden representar con dos figuras humanas, bajo esta combinación: varón-hembra, dos hembras o dos varones independientemente de la tradición de la casa de santo.

 

Los Ibeyis son además los patrones de médicos, peluqueros y barberos. Su día es el domingo. Cuando un hijo de Changó desencarna, en el ritual mortuorio se van los Ibeyis con él.

Dentro de la cultura africana, el nacimiento de gemelos en un territorio determinado tenía una connotación particular y usualmente negativa. Se consideraba que la llegada de los infantes significaba desventuras y desgracias para ese pueblo, por lo que las madres y los recién nacidos eran masacrados: los jimagüas por creer que personificaban el mal y a sus madres porque se pensaba que habían cometido adulterio y en pago a su pecado, recibían aquellos niños.

Sin embargo, hubo un hecho que puso fin al infanticidio y el asesinato de las madres. Una reina yoruba dio a luz a un par de gemelos y el asunto no pasó inadvertido para la sociedad, que muy pronto exigió el cumplimiento de la ley; pero el decreto no se cumplió, sino que se abolió para siempre. Es muy posible que este suceso esté conectado con el rey Dada Ajaka, el hermano mayor de Changó. Este alafin eliminó la nefasta ley durante su segundo periodo de reinado en el siglo XII.
Existe otra versión del hecho que refiere que fue la esposa de Changó, cuarto rey de Oyó, la que dio a luz a los gemelos, y estos fueron salvados por su padre al decretar eliminada la ley de infanticidio para los jimagüas y de muerte para sus madres. Así que los Ibeyis fueron los primeros en ser beneficiados por esta decisión. Por eso se dice que Changó es el padre de los gemelos.

Con independencia de estos sucesos, ya fuera el primero o el segundo, lo cierto es que los jimagüas comenzaron a verse de un modo diferente, y hasta convertidos en dioses. Si eran bien atendidos, traían abundancia y prosperidad; si ocurría lo contrario, entonces había desgracia y desventura.

Los Ibeyis son santos de adimú y al recibirse traen equilibrio emocional, victoria ante los problemas y abundancia a la persona que los recibe. El odú isalaye de los Ibeyis es obara meyi (6-6), así como obara tonti obara, mientras que se expresan en todas las combinaciones meyi.

Algunos informantes dicen que los Ibeyis no son divinidades en el sentido exacto de la palabra, sino más bien gemelos a los que se ha investido de poder extraordinario para convertirlos en seres únicos. Gracias a esto, tienen poder para predecir el futuro, detener o generar lluvia, sanar dolencias, y traer dinero, suerte y dicha. Sin embargo, también pueden hacer daño a todos aquellos que no satisfacen sus deseos.

Para algunos entendidos, existen siete caminos de los Ibeyis dentro de las tradiciones de la Santería y el Palo Monte, y en cada uno de ellos se camina con su orisha.

Los orishas gemelos hacen varias cosas por nosotros. Entre ellas está dar luz, progreso y bienestar. Igualmente, ofrecen abundancia económica, éxito en el trabajo y el negocio, así como protección contra enfermedades y toda clase de males. Para la buena suerte, la comodidad y el desenvolvimiento, nadie mejor que los Ibeyis.

Entre los practicantes de la santería, especialmente en Cuba (aunque en otras naciones del Caribe también se hace), al comienzo de un toque de tambor o de ceremonias rituales, se ofrece una fiesta grande para niños y niñas, sobre todo si hay gemelos. Es usual ofrecer dulces de todo tipo, golosinas, panetela, juguetes, caramelos e incluso, hay quienes arman una piñata.

Si la celebración coincide con el horario de almuerzo o comida, se da arroz con pollo; sin embargo, en determinadas casas de santo se reparte carne de cerdo y congrís (arroz con frijoles negros o colorados). Aunque se puede ofrecer todo tipo de frutas, se prefieren los plátanos, como Changó. Las personas mayores comen cuando niños y niñas se han saciado. Al final se les deja hacer todas las travesuras que deseen.

Entre los pueblos antiguos, el nacimiento de jimagüas constituía un acontecimiento de inigualable valor. Es por ello que los Ibeyis tienen un carácter sagrado en al Regla de Osha-Ifá. Ellos hablan por boca de Changó y lo acompañan. Aunque son orishas menores en asuntos de rango, los dos tienen un poder extraordinario y virtud milagrosa.

El ilé de los Ibeyis se hace con dos tinajas de barro o porcelana roja, aunque también pueden ser amarillas, azules o blancas, con o sin adornos dorados, según el santo que acompañen. Se utilizan dos figuras pequeñas que asemejen a dos niños, así como ocho piedras pequeñas que se ponen, cuatro redondeadas que van en la tinaja de la hembra y las otras cuatro, que deben ser alargadas, en la del varón. Se deben poner además cuatro caracoles en cada tinaja. Hacen falta también dos sillas o taburetes que se atan con una soguita. En estos se sentarán los Ibeyis.

Las herramientas de los Ibeyis son dos maracas pintadas o sonajeros (acehré), dos tambores pequeños, dos güiritos pintados de blanco a los que se le dibujan rayos y cruces, así como dos campanitas. Al cabo del primer año, los gemelos se visten con el color del traje del santo recibido.

El muñeco hembra lleva el collar de Yemayá y el varón, el collar de Oshún, aunque hay quienes dicen que debe ser de Changó. De ahí que los elekes se hagan con tramos de color rojo y blanco, y azules y blancos. Los Ibeyis no se ponen en la cabeza de nadie y se reciben como orishas de adimú.

Las personas que usan los collares de Ibeyis, los mismos se confeccionan con tramos de los collares de asiento de Changó, Ochún, Yemayá y Obbatalá. La mitad del collar debe ser semejante a la otra.

Se les ofrecen dos palomas, una gallina de Guinea, dos pollones y tres pollos que son para Elegguá. Los Ibeyis no toman posesión del creyente, lo que hacen es divertirse a costa del mismo y para ello hacen travesuras inocentes en la vida diaria. Por eso se debe estar al tanto para complacerlos tanto con cantos como con bailes. Estos últimos se ejecutan imitando los pasos irregulares de un niño y dando saltitos cortos hacia atrás y hacia delante.

Los sacrificios son sencillos y se les pueden ofrecer porciones de frijoles y otros vegetales fundamentalmente. Los Ibeyis habitan en las palmas, pero les gusta andar por la sabana y bajar a los ríos o a otros lugares donde pueden sonar el tambor. El hermano mayor de los Ibeyis, es medio adivino y hablan por los caracoles y los cocos. Sus adornos son collares, llaves, medallas y monedas. Les encantan los caramelos.

En el diloggún hablan por eyioco (2) y en todos los meyi. Por tanto, su número es el 2 y todos sus múltiplos.  De ahí que sus símbolos sean dobles; es decir, dos tambores, dos tinajas o dos campanillas. Los colores de los Ibeyis son el blanco y el rojo, y el blanco y el azul.

Se les pueden ofrecer cualquier tipo de frutas. Entre ellas canistel, mamey de Santo Domingo, anón, guayaba, naranja, guanábana, mango, mamoncillo y platanillo. A esta lista se pueden agregar arroz amarillo, dulces y rositas de maíz.

A los Ibeyis se les sacrifican palomas y pollos, y sus ewe son el maíz, el hicaco, el mamoncillo, el rabo de gato, la pega pega, el tomate, el zapote, la chirimoya, el rompesaragüey y la zarzaparrilla.

Para recibir a los Ibeyis varones hacen falta dos muñecos negros varones, una mano de 16 caracoles, que se dividen en dos, ocho para cada uno. También se necesitan dos mudas de ropa blanca de varón y al año se debe vestir uno de ellos de Changó varón y el otro de Yemayá varón.

Se incluyen también un par de collarcitos de fundamento para cada uno de los muñecos y dos soperas pequeñas que se pintarán de blanco el primer año y después se les dará azul.

Siempre deben tener agua y llevar además cuatro canicas (bolas o esferitas) cada uno y cuatro piedras para cada uno. Cuando se reciben comen dos palomas y dos pollos blancos (hay que recordar el pollo de Eleggúa) y la persona, que pueda, debe ofrendarles también una gallina de Guinea. Se bañan los muñecos y luego se visten. Después deben sentarlos y con los pollos se debe hacer un arroz amarillo que se les pondrá como adimú.

Odun Isalaye de los Ibeyis Otura Di.

 

Se les saluda de esta manera: Ibeyi oro alakúa oyé mojojó.

 

Para montar los Ibeyis se deben buscar dos ikín pequeñas, dos piedras y seis caracoles para cada uno. Se debe localizar además 16 raíces de hierbas que se deben hacer polvo por separado con una pimienta de Guinea. Antes de triturarlas se deben colocar encima de Changó y se le ofrece dos gallos para darle cuenta de lo que se va a realizar. Se le debe cantar bastante a Changó y a los Ibeyis mientras se están ofrendando los gallos.

Al ir a buscar las raíces al monte se le debe cantar a los Ibeyis y a Changó. Las raíces son el ashé que se reza en el tablero que va en la carga con coco, semillas de palmera, semillas de fundamento de Ifá, osun y cuentas de diferentes  tipos. Todo esto se carga en la tinaja y un poco en la cabeza del muñeco. Al terminar la carga, se deben lavar y presentarse a Changó. Para concluir se le ofrecen tres pollitos medianos a cada uno.

Se debe aclarar que para la carga de cada orisha, se le debe ofrecer una codorniz metiéndole el corazón, los ojos y elenu dentro de dicha carga. Esta codorniz se da junto con Changó. Se cocina y con discreción se le da a comer en secreto al que va a recibir a los orishas. Cuando se laven, se le colocan abundantes dulces y frutas, que debe comprar la persona que los recibe. Luego se deben traer muchos niños y niñas para que coman de los dulces y las frutas.

También hay que darle tres pichones de guineo o chivo recién nacidos. Se hace fiesta durante tres días y todo se carga delante de Changó.

Los guineos y los chivos recién nacidos se le ofrecen a Odua cuando los pida. La persona que va a recibir a los Ibeyis debe costear los tres días de fiesta. Se debe lavar con hierbas tiernas y cuando lo vayan a lavar se invoca a Ibeyis Orun. En la carga de cada muñeco se montan tres pimientas de Guinea y una pata de gallina que tenga tres espigas.  Entonces con los pollitos medianos, los tamales de frijoles caritas y el pan que se le ofrecieron, se hace arroz amarillo.

Los hijos e hijas de los Ibeyis se caracterizan por ser inmaduras, irresponsables y juguetonas. Son personas con tino para los negocios y de carácter cambiante.

Se debe decir que también tenemos a Ideú, un gemelo que nace después de los Ibeyis. Es un espíritu viajero, hijo de Abata. Se representa con un muñeco con cara de esqueleto y vive con Olokun.

A este muñeco se le hace un hueco en la cabeza y se carga con cabeza de Egun, zurrón o placenta, semillas de palmeras y de fundamento, coco y cabeza de paloma, 16 raíces de hierbas de Elegguá, arena de río, precipitado blanco y rojo, y azufre. Si no se puede buscar cabeza de mono, es imprescindible que  se le agreguen pelos, uñas o algo de esto.

Después que se carga el muñeco, se debe llevar a la orilla de un arroyo junto con Olokun. Allí se ofrece un pato a Ideú y a Olokun. Luego se lava con agua de ese mismo arroyo y se traslada para la casa.

Es importante decir que se debe lavar antes de pasarlo por los signos de Ifá (atena) con omiero, el cual se hace con estas hierbas: higuereta roja, malva blanca, piñón de botija, prodigiosa, hojas de almendra, espanta muerto y guano.

Luego se ubican en el tablero y se rezan los 16 meyi y los signos de la atena. Posteriormente se le dan ahí una pareja de palomas y dos pollones. Orula come dos gallinas negras.

El tablero de Ifá se rodea con nueve platos con diferentes ofrendas pequeñas (addimú) y nueve velas encendidas:

1- Jutía ahumada, maíz tostado y pescado.

2- Okuo con abela o ñame aplastado.

3- Akaná o bollitos de frijol carita.

4- Ekurú o tamales de frijol negro.

5- Adalú o tamales de frijol colorado.

6- Ekrú o tamales de frijol carita.

7- Ekrú aro o tamales de frijol carita con cáscara.

8- Olelé o tamales de frijol carita con bija.

9- Maíz fino, pescado y cerdo fritos, y pan.

Al ser el tercer día, con todo eso se hace ebbó y se va hasta la orilla de un arroyo y los animales se le ponen asados en el tablero. No se comen.

El súyere que se utiliza es este:

Ideú Tinshe Olori Egbo Lodo Orun.

Ibeyi Titi Kole Orun.

Bowa Sile Aiye

Ibeyi Siketa Dide Dide

Ogbe Fun La Rewa Dide Dide

Ideú La Rewa Dide Dide

Iku Orun La Rewa Dide Dide

Baba Eyiogbe La Rewa Dide Dide

(Así hasta llegar a Oragun)

 

Es necesario averiguar dónde trabaja Ideú; es decir en qué tierra de los cuatro puntos cardinales. Los arará llaman a esto zoun y en el momento en que come pollo, se coloca una jícara en dirección del tablero de Ifá, con las patas y la cabeza del pollón, además del maíz tostado.

Cuando Ideú se le da a una hija de los Ibeyis, hay que preparar una vasija de madera y en esta se ponen tres hierbas de Changó, tres que sean de Olokun y otras tres que le pertenezcan a Obbatalá. Todas estas hierbas se ripian y se les agrega bastante aguardiente hasta que se haga un omiero.

Con este preparado se lavan una piedra, dos tarros de vaca o toro y un muñeco de Changó. Después se pone todo al lado del tablero y se le da también un chivo. Con la mezcla de la sangre del chivo y el resto de los ingredientes, se sacan tres platos: uno para Changó, otro para Orisha Oko y el último para Obbatalá.

Los tarros únicamente comen fufú de ñame que se coloca dentro. Después se tapa y se hace ebbó con eso. Los tarros por dentro, en la punta, coco, semillas de fundamento y ashé de fundamento de Osha e Ifá. Para que no salgan, se debe sellar todo con espelma de una vela. Luego se pintan por fuera con cascarilla y osun. Estos tarros son para trabajar con Ideú.

Si uno desea que Ideú castigue a un enemigo, golpee los tarros uno contra el otro y coloque dentro el nombre y apellidos de esa persona. Luego déle dos palomas y póngalos sobre el tablero de Ifá.

El rezo que se le canta a los tarros de Ideú es el siguiente:

Yele Yele Ideú Omó Ni Olokun

Yele Yele Ideú Omó Ni Shangó

 

Cuando Ideú quiere fiesta o dominar el oddún del awó, se debe preparar una tinaja con agua de río y poner dentro el muñeco sin ropas. Ahí se le ofrece lo que haya pedido. A la puerta se le dan dos gallinas blancas y se entierran allí, mientras que a Orula se le ofrecen dos gallinas negras.

Luego se hace una comida y se coloca en una batea amplia. Posteriormente, esa comida se pone sobre una estera, la cual debe ubicarse en medio del patio. Allí comen todos los niños y niñas en cuclillas con las manos. El resto se esparce por la casa, luego se barre todo le inmueble y se lleva al cementerio todo lo que se recoga.